1. |
Jack el destripador
05:28
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JACK EL DESTRIPADOR
Tras un telón de niebla
surge la silueta de Jack.
Por las calles de Londres
la muerte ha salido a pasear.
Sólo la cálida luz
presa en cada candil,
se ha atrevido a plantarle
cara a la noche,
a la noche.
Bajo el sombrero brillan
unos ojos sin compasión,
que escrutan en la sombra
con la calma del cazador.
El eco de sus pasos
inunda el callejón
donde una prostituta
espera confiada,
confiada.
Dentro del bolsillo interior
palpa el mango de su puñal.
Contiene la respiración
mientras se acerca por detrás.
Un destello rasga el tendón
de la noche salvaje
y de la espesa oscuridad
fluye densa la sangre.
Vencido ante un impulso atroz
volverá a entregarse,
sumiso y feroz, a la barbarie.
Ve con cuidado,
no hay salvación
bajo el cuchillo
de Jack el Destripador.
Las sombras se dilatan
mientras dura el baile infernal,
movidas por el ritmo
que marca la mano de Jack.
El filo rasga el vientre
con firmeza y precisión.
Rompe la carne con
pulso de cirujano,
cirujano.
Buceando con sus manos
en un mar de entrañas y piel,
obtiene su trofeo
y alimenta su ego con él.
En Whitechapel la muerte
viste traje de tweed.
Y sólo calmará sus ansias
con tu sangre,
con tu sangre
Los órganos, sin remisión,
ceden a la hoja de metal
abriéndose como una flor
al cordial sol primaveral.
Un destello rasga el tendón
de la noche salvaje
y de la espesa oscuridad
fluye densa la sangre.
Vencido ante un impulso atroz
volverá a entregarse,
sumiso y feroz, a la barbarie.
Ve con cuidado,
no hay salvación
bajo el cuchillo
de Jack el Destripador.
El cuerpo yace destrozado
ante el destripador
como un pelele descosido
en un mar bermellón.
Y contemplando con orgullo su obra
limpia su puñal.
Y con paso decidido
y gesto distinguido
abandona el cuerpo
y se pierde en la oscuridad.
Un destello rasga el tendón
de la noche salvaje
y de la espesa oscuridad
fluye densa la sangre.
Vencido ante un impulso atroz
volverá a entregarse,
sumiso y feroz, a la barbarie.
Bienvenidos a las calles de Jack el destripador
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2. |
Sed de sangre
03:16
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SED DE SANGRE
Cuando la noche acaricia mi piel
pálida, fría e inmortal,
se adueña de mí una insaciable sed
que me obliga a despertar otra vez.
Tras un chirriante ruido de bisagras
abandono el ataúd
y un candelabro proyecta mi sombra
trepidando bajo su tenue luz.
Por pasillos de piedra
me adentro en la tiniebla
pisando la sangre seca
vertida en un festín anterior.
Busco un humano para alimentarme
del flujo de su arteria palpitante,
licor de vida que por un instante
calme mi sed y apacigüe mi hambre.
En la aldea reina una paz sepulcral,
la niebla no deja ver.
Acecho paciente en la oscuridad
hasta oír los pasos de una mujer.
Percibo el dulce aroma de su sangre
aproximándose a mi.
Salgo a su a encuentro, clavo mis colmillos
y cae rendida como un maniquí.
Busco un humano para alimentarme
del flujo de su arteria palpitante,
licor de vida que por un instante
calme mi sed y apacigüe mi hambre.
Bebo el plasma caliente
provocando su muerte,
abandono el cuerpo inerte
una vez que he saciado mi sed.
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3. |
El día más feliz
02:15
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EL DÍA MÁS FELIZ
El tiempo pasa para todos,
nadie se podrá librar.
Nuestra existencia es tan sólo
una enfermedad terminal.
El día en que la muerte ponga
fin a tu vida banal,
desde el infierno podrás verme
celebrarlo con champán.
Cuando tu hora llegue al fin,
será el día más feliz
que tendré en toda mi vida.
A tu entierro acudiré,
tu muerte celebraré
bailando sobre tu tumba.
Siempre fuiste un despreciable
y nada lo podrá cambiar,
malgastaste todo tu tiempo
en putear a los demás.
Y cuando tu cuerpo se pudra
y una tumba sea tu hogar,
seguro que hasta los gusanos
salen fuera a vomitar.
Cuando tu hora llegue al fin,
será el día más feliz
que tendré en toda mi vida.
A tu entierro acudiré,
tu muerte celebraré
bailando sobre tu tumba.
En el infierno te veré,
seguro que allí estarás bien.
Espero que nunca jamás
consigas encontrar la paz.
Que no encuentres descanso,
que no encuentres tranquilidad.
Que el dolor que has causado
sufras toda la eternidad.
No tendrás palabras bonitas
el día de tu funeral,
seguramente ni siquiera
el sacerdote acudirá.
Y con el paso de los años
tu existencia no será
más que un recuerdo miserable
al que nadie recurrirá.
Cuando tu hora llegue al fin,
será el día más feliz
que tendré en toda mi vida.
A tu entierro acudiré,
tu muerte celebraré
bailando sobre tu tumba.
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4. |
Amor eterno
04:04
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AMOR ETERNO
Purpúrea aureola de luz cenital
la luna llena refleja en tu piel.
Busco tus labios en la oscuridad,
secos y níveos que tanto amé.
Sólo mi llanto transgrede la paz
mientras profano tu tumba otra vez,
hasta el día en que no quede más
que una sonrisa de hueso en tu tez.
La muerte no conseguirá
nunca separarme de ti.
es muy difícil olvidar
que un día te prometí
amor eterno.
Ni tu marchita condición,
ni el tiempo en su marcha tenaz,
me arrancará del corazón
la herida de este amor,
eterno y férreo amor.
Entre las lápidas beso otra vez
la carne rota en el ciclo voraz
que lentamente convierte tu piel
y tu existencia en olvido y pesar.
La vida no es más que una trampa cruel
que sólo brinda un momento fugaz.
Nuestro romance debe trascender
al mausoleo de la eternidad.
La muerte no conseguirá
nunca separarme de ti.
es muy difícil olvidar
que un día te prometí
amor eterno.
Ni tu marchita condición,
ni el tiempo en su marcha tenaz,
me arrancará del corazón
la herida de este amor,
eterno y férreo amor.
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5. |
El ladrón de cuerpos
04:11
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||
EL LADRÓN DE CUERPOS
Frente al portón de forja
de un cementerio lúgubre
se detiene el carruaje
y una sombra baja de él.
la pala en una mano,
la otra sostiene un candil
que brilla sobre el polvo
del desgastado mandil.
Se acerca a la lápida, en la oscuridad,
de una tumba que podría contener
un cuerpo reciente que pueda vender.
En la húmeda tierra comienza a cavar,
hasta que la pala toca al descender
la madera del nicho bajo sus pies.
Su silueta se recorta
en la oscuridad insoportable
de esta fría noche sin luna.
Se frota las manos sólo de pensar
en la pequeña fortuna
que esta noche logrará amasar.
Pero agazapada en la oscuridad
una espantosa criatura
sabe que ha llegado la hora de cenar.
Y cuando arrima el candil al ataúd
y el satén blanco aparece bajo la luz
sin restos del cadáver que habitaba en su interior
sus manos tiemblan víctimas de la inquietud,
y se estremece presagiando un mal augurio
cuando un aullido lastimero ruje atronador.
Sale del agujero
dispuesto a echar a correr,
cuando un cadáver de piel
pálida se planta ante él
Una mano huesuda
se acerca con lentitud
intentando arrastrarle
con él hacia el ataúd.
Tropezando entre las tumbas
trata de escapar despavorido
de vuelta a su carruaje.
Se frota las manos sólo de pensar
en la pequeña fortuna
que esta noche logrará amasar.
Pero agazapada en la oscuridad
una espantosa criatura
sabe que ha llegado la hora de cenar.
Los muertos se levantan
a su alrededor
emitiendo un gemido
estremecedor,
arrastran sus cuerpos
en su persecución.
Lejos, oye a los caballos relinchar
y el sonido del carruaje al descender
por el camino de tierra a todo tren.
Y desesperado suplica piedad,
agotado se trata de desprender
de las manos frías que arañan su piel.
Y sus gritos enmudecen
bajo el porte de un ciprés, donde su cuerpo
nutre un festival de sangre.
Se frota las manos sólo de pensar
en la pequeña fortuna
que esta noche logrará amasar.
Pero agazapada en la oscuridad
una espantosa criatura
sabe que ha llegado la hora de cenar.
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